Unicornio de Honor 20013. Colin Arthur.
Nacido en Guilford, Gran Bretaña, Colin Hart Arthur, es un nombre indispensable para el mundo de los efectos especiales ya que interviene de forma decisiva en películas memorables. Discípulo de los maestros en escultura Michael Rizello y
Serge Yourievitch, tras su paso por el museo de cera Madame Tussauds de Londres, colabora con grandes nombres del maquillaje y los efectos como son Stuart Freeborn, uno de los fundadores del maquillaje con protésicos; Charlie Parker, excelente caracterizador; o el mítico Ray Harryhausen con el que trabaja hasta el día de su desaparición. De todos los técnicos que le preceden, de Max Factor, de Jack Pierce o Roy Asthon, con quien llega a colaborar, es Colin Arthur deudor. Todos ellos le legan de alguna manera su sabiduría y hay cauces de interrelación con los más importantes nombres en la materia, comenzando por el citado Stuart Freeborn, con quien desarrolla los avances en los simios de 2001, una odisea del espacio (1968, Stanley Kubrick). De Ray Harryhausen recibe una inmensa sabiduría, siendo este discípulo directo de aquel mítico Willis H. O´Brien. O con Carlo Rambaldi, ya que el íntimo colaborador de Arthur en la animatrónica, Giuseppe Tortora, desarrolla su carrera junto a aquel, creador de Alien y E.T. Y a su vez, Colin Arthur es maestro de nuevos técnicos en efectos que desarrollan su carrera en la actualidad. |
Colin Arthur se empapa de todos los conocimientos adquiridos, observa cómo
trabajan Douglas Trumbull o Albert Whitlock, para después aplicarlo en su particular método. A través del tiempo, desarrollará después los conocimientos adquiridos, en películas memorables como Alien (1979, Ridley Scott) o Cónan, el bárbaro (1982, John Milius), creará sus propias fórmulas de trabajo que serán después reproducidas en películas como En busca del arca perdida (1981, Steven Spielberg), e incluso ayudará a que algún actor consiga un Oscar apoyado en su caracterización, como es el caso de John Mills en La hija de Ryan (1970, David Lean). Como escribe Ray Harryhausen sobre él en el prólogo al libro Colin Arthur. Criaturas, maquillajes y efectos especiales, «Lo primero y más importante, es que le gustaba hacer todo personalmente, como a mí, y que era además ingenioso, poseía una creativa imaginación, y, lo más importante, sentido del humor. Todo esto nos permitió trabajar a gusto juntos creando las miniaturas y los efectos de animación, codo con codo».
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